He
tocado mucho el tema de autoestima, casi majadera!... pero ¿Qué es la autoestima?
Bien,
es la forma cómo nos vemos, apreciamos, valoramos y llevamos la relación más
importante de la vida: la que se establece con nosotros mismos. En otras
palabras se puede decir que es la actitud o emoción frente a nosotros mismos.
Se puede aseverar que es la dimensión psicológica más crucial en la existencia
humana.
Durante
toda la vida conviviremos con el YO y la relación que tengamos con ese Gran
Desconocido, en muchos casos, hará la sustancial diferencia en las reacciones
emocionales y como las vamos a manejar desde un concepto de juicio de valor
personal.
La
autoestima es la encargada de regular las emociones de ira, tristeza, con sus
correspondientes respuestas compulsivas y problemáticas como la violencia o la
depresión , respectivamente. Y así hay muchas otras reacciones emocionales que
están ligadas a nuestra autoestima y la seguridad personal.
Así
pues si enfrento determinadas situaciones no reaccionaré con temor, no me sentiré
inseguro, no me ofenderé con facilidad, no me quedaré en una relación dañina
donde me hieren o desvalorizan solo por el temor a la soledad y con la
agravante del autoengaño “al menos alguien me quiere”. No me aferro a un
trabajo porque simplemente es lo que hay, tengo la certeza que poseo
capacidades para lo que me proponga pues tengo cabal claridad acerca de mis
limitaciones pero no por ello permito que me aplasten, todos tienen alguna, no
soy menos valioso por tenerlas si además las reconozco!
Gran
parte de la autoestima se adquiere en la infancia, en los lazos que se
establecen con los padres, la familia, los amigos, el colegio; en las “etiquetas”
que nos cuelgan, “eres feo, eres tonto, eres torpe, etc.” Aquí se hará
indispensable revaluarlas y volver a etiquetarnos a nosotros mismos:
“Sí
no soy bonito(a), pero soy agraciado en tal o cual aspecto!”
“Tonto(a)
para nada, he logrado estudiar, aprender, etc.”
“Torpe,
puede ser si me apresuro y quiero hacerlo todo ya, pero tengo habilidad cuando
me aplico!”
Y
así una a una cambiamos esas etiquetas que quizás nos complicaron la infancia.
La
autoestima crece o decrece según las circunstancias que vamos enfrentando, pero
siempre hay que rescatarla. No es solo trabajo para los temerosos, inseguros,
es importante para todo el mundo trabajarla y así ir en el camino del desarrollo
personal. Es la base del verdadero conocimiento del YO y el desarrollo de su
potencial e incluso de su fuerza espiritual.
Hay
muchos que fabrican una coraza (que es un mecanismo de defensa ante el
conocimiento o la falta de aceptación de la baja autoestima), que parece que sí tienen la autoestima
sólida, porque falta madurez y deseos de ser felices en la vida pero tienen que
parecer fuertes frente al mundo, las circunstancias o el medio. Ciertamente no
basta con que le digan “quiérete a ti mismo!”, no es tan fácil el desarrollo
real de la autoestima. En realidad la mayoría no sabe cómo desarrollarla, cómo
obtener el carisma, la alegría y la seguridad en la obtención de una positiva
percepción de quien soy. El trabajarla es obtener una llave para crecer,
lograr, y mejorar las relaciones.
Empieza
pues paso a paso a evaluar tus falencias y a remplazarlas por otras emociones
más positivas, si no puedes solo busca apoyo en grupos de crecimiento personal
o terapias, ya sean tradicionales o alternativas. Pero por sobre todo muévete a
tu ritmo, no te presiones ni te critiques en demasía o con dureza, paso a paso,
poco a poco será más efectivo.
PES
No hay comentarios:
Publicar un comentario