Hay una teoría, que dice algo así como que las personas tenemos tres corazones: uno el que usamos con nuestros seres queridos, otro el que utilizamos con los desconocidos y el último el que no mostramos a nadie. Y sí, creo que es cierto, somos como los pulpos que también tienen tres corazones, pero nosotros unidos en uno sólo con tres compartimentos estancos. La historia me pareció preciosa.
El primer corazón es el nuestro, privado, libre, permeable a todo, que ama y odia con pasión y del que no debemos ni separarnos ni compartir con nadie, porque eso sería cederle el control de nuestra vida. Es un corazón solitario, único, lleno de tantas sorpresas como emociones sentimos y por ello voluble e inconstante. En él guardamos nuestro propio “yo”, nuestra esencia más íntima y en él caben todo tipo de sentimientos que sólo nosotros manejamos y de los que no tenemos ni debemos dar cuenta a nadie. Personalmente me parece mágico, una obra maestra de nuestro universo y muy importante para una vida plena.
El segundo, es el corazón que entregamos a nuestros seres queridos, con él, les demostramos ese cariño incondicional que sentimos por ellos. El amor es el mayor reflejo de él, y demuestra un desprendimiento total de egoísmo y una entrega absoluta hacia los seres que forman nuestro círculo privado. Con él amamos a todos los nuestros, cuidamos y respetamos a nuestros hijos, admiramos a nuestros padres, acompañamos a nuestros hermanos, gozamos con nuestra pareja y disfrutamos y elevamos a la categoría de “nuestros” a ese reducido grupo de amigos íntimos. Sólo este círculo entrañable, lo puede ver y sentir.
Nuestro tercer corazón es el más triste y amorfo pero el que más usamos, porque es el que utilizamos con el resto del mundo, los desconocidos o aquellos que no nos dicen mucho. No es que sea malo, si tu esencia no es malvada es difícil que trates mal a ningún ser vivo, pero la entrega es mínima. Es el corazón que no vibra, que siente poquito y que en determinadas circunstancias puede ser frío. Es el visible, el que la gente que no te conoce, o te conoce poco, cree que es el tuyo.
Estos tres corazones forman todo lo que tu eres, cada uno en su parcela, hacen que ames, odies, añores, rías o llores… toda tu vida se rige por ellos y aunque están unidos en un mismo lugar, nunca debes mezclarlos. Cada uno tiene su espacio y cumple su función y hacer un revoltijo con los tres, te haría entregar cariño al que no debes, mostrarte indiferente con quien sientes o enseñar tu esencia a quien no se lo merece y eso te produciría importantes desajustes en tu vida.
Piensa en tus tres corazones, coloca a las personas en el que consideres adecuado y reserva siempre el tuyo para ti mismo, recuerda que si le das a alguien tu primer corazón, le estas cediendo el poder sobre tu vida y eso créanme, no es bueno nunca.
