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este rincón nace de mi inquietud personal de compartir lo que sé con quienes quieran seguirlo.
PES son mis iniciales y a la vez significan Percepción Extra Sensorial...¡causalidades de la vida!

viernes, 13 de noviembre de 2015

Hablemos de Almas Gemelas


Hay un solo libro de Coelho que me hizo sentido y es Brida, de ahí este fragmento que habla de las Almas Gemelas:
"En ciertas reencarnaciones, nos dividimos. Así como los cristales y las estrellas, así como las células y las plan­tas,también nuestras almas se dividen. Nuestra alma se transforma en dos, estas nuevas al­mas se transforman en otras dos, y así en algunas ge­neraciones, hacemos parte de lo que los alquimistas llaman el Anima Mundi, se li­mitan a dividirse, están creciendo pero también que­dándose cada vez más débiles. Por eso, así como nos dividimos, también nos reencontramos. Y este reen­cuentro se llama Amor. Porque cuando un alma se divi­de, siempre se divide en una parte masculina y una femenina…”

Muchas veces nos sentimos atraídos por una persona sin haberla visto nunca antes, puede que sea un nexo amistoso, sexual o amoroso.
Lo que cuesta asimilar es que cada uno de nosotros tiene varias almas gemelas en una vida.
Se puede decir que existe un Amor Impersonal entre almas gemelas que no intenta manipular ni busca dominar a la persona a la que va dirigido ese afecto, sino que trata de serle útil... Porque no importa uno, sino el otro. Pero para brindar ese amor tan excelso, tan elevado, no es necesario buscar la excusa de que somos la mitad de un todo y la otra mitad es aquel ser a quien tenemos que amar. La respuesta es más sencilla y menos egoísta. Porque, en realidad, las almas gemelas no son dos partes de un mismo espíritu. Tampoco son, necesariamente, espíritus de distinto sexo, pues los espíritus no tienen sexo.La teoría espiritual explica que las almas vibran en forma sutil o en forma densa, de acuerdo a su altruismo o egoísmo. Cada vibración es distinta a la otra, pero hay espíritus que tienen vibraciones afines. Son espíritus cuya vibración está en resonancia. Si dichos espíritus fueran sonido, se podría decir que son ondas acústicas de la misma frecuencia y amplitud. Esas son las almas gemelas.La definición correcta es que las almas gemelas son espíritus que vibran en un acorde determinado, producido en repercusión con otro espíritu.Hay otra creencia errónea que sostiene que las almas gemelas son siempre dos. Esto no tiene que ser necesariamente así, ya que puede haber muchos espíritus que vibren en una misma frecuencia. Creer que solamente dos son las almas que pueden estar en resonancia entre sí, es limitar la afinidad de los espíritus.
Con respecto a las afinidades, las almas gemelas solo tienen afinidad verdadera en los planos de Luz, porque en los planos inferiores, su resonancia no es garantía de compatibilidad.Lo satisfactorio es que todos tenemos más de un alma gemela a la nuestra. Si vibramos en Amor, podremos percibir esas almas y, a la vez, seremos percibidos.Lo importante es dejar que el corazón hable, no que la mente nos maneje siguiendo condiciones que nos han impuesto. Cuando llegue esa persona que te corresponde, tu corazón te lo va a decir y tu piel te hablará… Él sabe y lo real es que nosotros lo sentimos así, no hay que conformarse con estar al lado de una persona que no hace resonancia con nosotros sólo por no estar solos, eso es faltarle a esa persona en el amor y faltarnos el respeto a nosotros mismos.
Las almas gemelas son parte de la evolución de la Tierra. Parte de nuestra evolución como seres humanos es aprender a aceptar a los demás por quién y qué son. Es muy importante que no romantices mucho a una pareja a la que no ves por quien es. El término “el amores ciego” también aplica a las almas gemelas. Es por eso que es sumamente importante que, cuando encuentres a tu alma gemela, la aceptes por lo que es y,como verdaderos compañeros, en una pareja ambos deben evolucionar y cambiar juntos.
Y recuerden lo que dicen los números acerca de las almas gemelas que no nos convienen!
En lo muy personal me gustan más las almas compañeras, considero a las las almas gemelas un real lío.
Namaste
PES

SAMHAIN no Halloween!

El año nuevo celta
“Samhain es testigo de las últimas cosechas.
Marca el AÑO NUEVO celta en el que todo lo que no se ha cosechado debe permanecer en los campos a beneficio de los espíritus.
Es la noche de la Cena silenciosa, la noche de los Ancestros, la noche para trabajar con los difuntos.
Es una noche de liberación, de consuelo, de duelo.
También es el momento de los nuevos comienzos.
Puedes eliminar todo lo que no ha funcionado y empezar de nuevo”
Samhain es la festividad celta más importante y conocida y con ella llegamos al final del año y del ciclo de la energía de la naturaleza a través de la rueda representada en los 8 sabbats, fiestas solares celtas.
Simbólicamente, el Dios nace en Yule (21 de diciembre), es un niño en Imbolc (1 de febrero), un adolescente en Ostara (21 de marzo) y finalmente un adulto en Beltane (1 de mayo). Litha (23 de junio) marca el punto máximo de su poder, y Lughnasadh es el momento en que cuida las cosechas y los animales, mientras se hace consciente de su mortalidad. Mabón (22 de septiembre) lo encontrará preparándose para su muerte, que ocurrirá en Samhain, que se celebra el 31 de octubre en el hemisferio norte y el 1 de mayo en el hemisferio sur.
Samhain significa “fin del verano“, tiene lugar al final de la temporada de cosechas y coincide con el “AÑO NUEVO CELTA” con todo lo que ello implica de significados, rituales y trascendencia. Samhain es también una fiesta de transición, de paso de un año a otro y de un mundo a otro, de lo físico-denso a lo etérico y más sutil.
La víspera de Samhain se consideraba una de las grandes noches espirituales del pueblo celta, junto con Beltane (1 de mayo), porque  se disuelven los límites entre la dimensión material e inmaterial y esto propicia las capacidades de adivinación y la profecía.
Samhain y Beltane son los sabbats que dividen el año en verano e invierno y sus principales ceremonias incluían el fuego (elemento muy venerado en las zonas frías del norte de Europa, con inviernos largos y oscuros) porque su misión era animar al sol a que siguiera su ciclo anual y convencerle para que retornara luego de su “muerte” estacional.
Las celebraciones de Samhain han sido practicadas con sinceridad y no marketing desde hace más de 3.000 años por la cultura celta europea. Posteriormente con el cristianismo, con la excusa de que era "pagano" como si eso en lugar de ser un plus fuese pecado, esta festividad se integró en el Día de Todos los Santos, de donde deriva el nombre inglés de Halloween -contracción de la frase “ALL HALLOWS EVE“: víspera de todos los santos- que  los irlandeses exportaron a Estados Unidos en el siglo XIX y es ahí donde se pierde el sentido real para pasar a ser el show barato que es hoy en día y que los latinos acogemos sin indagar que hay más profundo en esta celebración.
El Samhain pagano, el verdadero Halloween, nunca ha sido negativo, ni terrorífico ni consumista ni lleno de excesos y ruido social. Es un tiempo para reafirmar el ciclo de la vida (inicio-fin, invierno-verano, encarnación-desencarnación) y la certeza de que la muerte no es el final de nuestra existencia.
Entre las antiguas costumbres destacaban vaciar nabos (posteriormente calabazas) para poner dentro velas y dejarlas al aire libre para ayudar a guiar a los espíritus de los familiares al hogar y poner sillas en las mesas y alrededor de las chimeneas para los invitados invisibles.
Pero Samhain es ante todo la noche más importante para orar, la reflexión, para soltar lo viejo, hacer balance y atraer lo nuevo en el año que comienza y para honrar la memoria de quienes nos han abandonado. Más allá de las calabazas, hoy como hace milenios, Samhain nos recuerda que somos parte de un todo mayor que nos acoge y que sobrevivirá a nuestra breve estancia.
Mi ritual
Para mí en lo personal es un una noche en que se abre un portal entre el plano de los que han partido y nosotros, y les espero con regocijp para que me cubran con su energía de amor que no desaparece jamás, uso velas blancas, un fuego con hierbas que purifiquen (romero, canela, laurel, clavos de olor y algo de incienso blanco, mirra y almizcle), flores blancas las más humildes son las ilusiones, pero es a gusto del que quiera. Si no tienen un brasero o caldero, sirve cualquier tiesto viejo como olla o sartén con carbón, donde se deshacen de lo molesto quemando un papel donde han escrito lo que les ha molestado, obstruido o que simplemente está demás en sus vidas.
Al encender la vela pedirán a sus seres amados que vendrán a verles lo que más necesitan, sean claros y precisos, pidan hasta tres anhelos y nada más.
Las flores serán la ofrenda para su presencia, un gesto de alegría por poder encontrarse una vez más.
No olviden decorles cuanto les aman y que agradecen su apoyo sutil y su visita.
Sin temores absurdos, hay que temer a veces más a los vivos!

Bendición

Que la luz de tu alma te guíe.
<p>Que la luz de tu alma bendiga tu trabajo con el amor secreto</p><p>y el calor de tu corazón.</p><p>Que veas en lo que haces la belleza de tu alma.</p><p>Que la santidad de tu trabajo lleve salud, luz y renovación a los</p><p>que trabajan contigo y a los que ven y reciben tu trabajo.</p><p>Que tu trabajo nunca te canse.</p><p>Que libere en ti manantiales de renovación,</p><p>inspiración y animación.</p><p>Que estés presente en lo que haces.</p><p>Que nunca te pierdas en ausencias insulsas.</p><p>Que el día nunca te pese.</p><p>Que el alba te encuentre despierto y atento,</p><p>esperando el nuevo día</p><p>con sueños, posibilidades y promesas.</p><p>Que la noche te encuentre en estado de gracia y realizado.</p><p>Que comiences la noche bendecido, abrigado y protegido.</p>Que tu alma te serene, consuele y renueve.

Namaste
PES

ANAM CARA



*Significado de la palabra ANAM CARA
La tradición celta posee una hermosa concepción del amor y la amistad. Una de sus ideas fascinantes es la del amor del alma, que en gaélico antiguo es anam cara, «Anam» signi­fica «alma» y «cara» es «amistad». De manera que «anam-cara» en el mundo celta es el «amigo espiritual». En la iglesia celta primitiva se llamaba anam cara a un maestro, compañero o guía espiritual. Al principio era un «confesor» a quien uno revelaba lo más íntimo y oculto de su vida. Al anam cara se le podía revelar el yo interior, la mente y el corazón. Esta amistad era un acto de reconocimiento y arraigo. Cuando uno tenía un anam cara, esa amistad trascendía las convenciones, la moral y las categorías. Uno estaba unido de manera antigua y eterna con el amigo espiritual. Esta concepción celta no imponía al alma limitaciones de espacio ni tiempo. El alma no conoce jaulas. Es una luz divina que penetra en ti y en tu otro. Este nexo despertaba y fomentaba una camaradería profunda y especial. Juan Casiano dice en sus Colaciones que este vínculo entre amigos es indisoluble: «Esto, digo, es lo que no puede romper ningún azar, lo que no puede cortar ni destruir ninguna porción de tiempo o de espacio; ni siquiera la muerte puede dividirlo».
En la vida todos tienen necesidad de un anam cara, un «amigo espiritual». En este amor eres comprendido tal como eres, sin máscaras ni pretensiones. El amor permite que nazca la comprensión y ésta es un tesoro invalorable. Allí donde te comprenden está tu casa. La comprensión nutre la pertenencia y el arraigo. Sentirte comprendido es sentirte libre para proyectar tu yo sobre la confianza y protección del alma del otro. Pablo Neruda describe este reconocimiento en un bello verso: «Eres como nadie porque te amo». Este arte del amor revela la identidad especial y sagrada de la otra persona. El amor es la única luz que puede leer realmente la firma secreta de la individualidad y el alma del otro. En el mundo original, sólo el amor es sabio, sólo él puede descifrar la identidad y el destino.

El anam cara es un don de Dios. La amistad es la naturaleza de Dios. La idea cristiana de Dios como Trinidad es la más sublime expresión de la alteridad y la intimidad, un intercambio eterno de amistad. Esta perspectiva pone al descubierto el bello cumplimiento del anhelo de inmortalidad que palpitaba en las palabras de Jesús: «Os llamo amigos». Jesús, como hijo de Dios, es el primer Otro del universo; es el prisma de toda diferencia. Es el anam cara secreto de todos los individuos. Con su amistad penetramos en la tierna belleza y en los afectos de la Trinidad. Al abrazar esta amistad eterna nos atrevemos a ser libres. En toda la espiritualidad celta hay un hermoso motivo trinitario. Esta breve invocación lo refleja:
Los Tres Sacrosantos mi fortaleza son, que vengan y rodeen mi casa y mi fogón.

Por consiguiente, el amor no es sentimental. Por el contrario, es la forma más real y creativa de la presencia humana. El amor es el umbral donde lo divino y la presencia humana fluyen y refluyen hacia el otro.
Extraído del Libro “ANAM CARA” de John O´Donohue

EL SIMBOLISMO DE LOS CUENTOS.-



Este tema es de los que más concita mi interés, aprendí de él hace mucho, hoy gracias a la tecnología no es necesario reescribir lo aprendido, investigando en la red encontré esto que me pareció muy interesante y hoy lo comparto!

Tras la aparente inocencia de los populares cuentos de hadas se oculta una simbología que trasciende la mera linealidad de la narración. Casi todos ellos suponen pruebas iniciáticas para el o la protagonista, que debe superar los obstáculos más difíciles con el fin de alcanzar su culminación espiritual. Blancanieves, bajo el signo del siete o La Bella Durmiente, bajo el doce, son ejemplos del mágico simbolismo que esconden los cuentos.
El hombre, orgulloso de sus logros tecnológicos, ha espantado al mundo de los elementos, arrinconándolo contra las cuerdas de un duro psicologismo y venciéndolo sin remedio. Sin embargo, a poco que nos descuidemos, los cuentos reaparecen, a veces enmascarados, otras, a cara descubierta.
¿Qué yace oculto en la intimidad de esos cuentos en apariencia tan inocentes, tan infantiles? ¿Qué sucedería si realmente fuéramos capaces de erradicar de nuestra mentalidad, invadida por el ordenador, los aleteos de unas hadas benéficas o los gruñidos amenazadores del ogro simbólico?
Extrañará el hecho de que hasta hace algún tiempo los cuentos de hadas se contaran no solamente a los niños sino también a los adultos. Por las noches, cuando aún no se enseñoreaba de ellas la televisión, niños y adultos se reunían y los cuentos de hadas pasaban de boca en boca para encanto de todos. Porque los cuentos llevan en sí todos los elementos del mito y la tradición que los hacen increíblemente fascinantes.
En un hermoso artículo sobre la tradición, Antonio Medrano la compara a un hilo de oro que recorre, enriqueciéndolos, los diferentes momentos de nuestras vidas. Es hora de que comencemos a preguntarnos por qué el mito del superhombre, por ejemplo, que ha cubierto con una máscara su faz de Hércules para convertirse en Superman, sigue planeando sobre nuestros momentos de ocio. A poco que indaguemos sobre la razón de la persistencia de todos estos arquetipos invencibles, hallaremos esa veta conductora, ese “hilo de oro” que va formando una ruta y una trama fundamental para nuestro psiquismo.
Antes de entrar en los relatos en concreto, conviene detenernos en algunas consideraciones de tipo psicológico-pedagógico. Es conocido el rechazo de cierta pedagogía —sobre todo la de raíz positivista— por los cuentos tradicionales, considerándolos factores perturbadores de la psiquis infantil (por su condición demasiado cruel, por la presencia de personajes algo siniestros, por la importancia de la muerte en ellos). Según esos pedagogos, el niño tendrá tiempo al crecer de conocer la vida con sus bemoles. Se llegó al extremo de acusar a estas sagas populares de ser causa del famoso "sentimiento de culpa" que ha caracterizado a parte de la filosofía europea.
Pero desde hace algunas décadas —mucho antes en círculos esotérico teosóficos— comenzó el proceso de revaloración de estos relatos, destacando su valor terapéutico. Bruno Bettelheim, el gran sicoanalista, se colocó a la vanguardia de tal rescate a través de su hoy clásica obra Psicoanálisis de los cuentos de hadas. En esas páginas, apelando al rigor técnico prueba que aquellos relatos tan vituperados por décadas ayudan sicológicamente a los chicos desde el momento que les proporcionan "criterios de valor", y lo hacen en un lenguaje alegórico, mítico y mágico, que no es otro que el de la propia infancia. Además indica que la estructura de estos textos convoca arquetipos de la esencia humana, que penetran adecuadamente en la psiquis infantil alimentándola con algo que ni la escuela ni nadie podría darle. Más todavía: Bettelheim afirma que mediante los cuentos de hadas el niño va conociendo, con alegorías adecuadas a su modo de aprehender el mundo, la cruda realidad de la vida.
En definitiva: aquellas historias tradicionales —desde esta perspectiva, correspondiente con lo que siempre ha planteado el conocimiento esotérico— lejos de perjudicar al pequeño lector (u oidor) ayudan a su formación, le aportan esa "educación sentimental" tan necesaria para su equilibrado pasaje a la adolescencia.
Ahora bien, cabe aclarar qué entendemos por cuentos de hadas. Digamos que tales relatos —anónimos, orales, populares— no son privativos del ámbito europeo, sino que los encontramos ya en el mundo semítico, en Egipto, en la India, en el Extremo Oriente, y en la América Precolombina. Además, muchos de los relatos que filiamos a la tradición europea provienen del Oriente, ya que siempre ha sido un fenómeno comprobable la existencia de "vasos comunicantes" a nivel cultural. El "paralelismo simbólico" nos permite, además, descubrir cómo iguales estructuras surgen en mitos y leyendas de los cuatro confines y de todas las épocas.
El tema puede resultar vasto, inmenso, casi inabarcable. Por tal motivo hemos elegido circunscribirlo a una saga ejemplar: los cuentos que los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm recopilaron en la primera mitad del siglo XIX en apartadas regiones rurales de Alemania. Estos fueron, por así decirlo, antropólogos "avant la léttre", que sin contar con el hoy imprescindible grabador rescataron sin embargo con toda fidelidad y respeto esos cuentos que venían trasmitiéndose oralmente, de generación en generación, desde hacía tal vez miles de años. Y lo hicieron en forma casi providencial, en un momento en el cual —ante la inminencia de la industrialización— comenzaba a correr serio peligro de perderse su recuerdo. Los Grimm compartían el criterio del Romanticismo Alemán, movimiento al que indudablemente pertenecieron, que valoraba especialmente el rescate de las añejas tradiciones del pasado.
Los hermanos Grimm se complementaban armoniosamente. Jacob era el filólogo, el conocedor de la historia y la lingüística, así como de la vieja mitología germánica. Wilhelm era el artista, el que le daba forma poética a los relatos que ambos recogían valiéndose de los métodos científicos del primero. Su obra no se limita al rescate escrito de los cuentos de hadas tradicionales que les han dado tan justa fama, sino que además completaron juntos un valioso Diccionario alemán (que dejaron inconcluso y que otros culminaron), siendo Jacob aparte autor de una Gramática alemana y de una Mitología germánica, y Wilhelm de La leyenda heroica alemana.
Wilhelm declaró en su momento: "Nuestro primer cuidado ha sido el ser fieles a la verdad. Nos hemos esforzado en penetrar dentro de los salvajes bosques de nuestros antepasados, escuchando su noble lenguaje, observando sus puras costumbres, reconociendo su antigua libertad y sincera fe". Y esto no fue solamente una declaración de principios, pues ha quedado testimonio del respeto con que transcribieron los relatos orales que iban encontrando.
Acercándonos ahora a la interpretación concreta de estos cuentos, podemos tener claro algo que dice Rudolf Steiner en su libro titulado La interpretación de los cuentos de hadas. Allí plantea el sabio antroposófico lo siguiente: "Cuando recogemos cuentos de hadas, tal como son relatados por los antiguos, poseemos, ciertamente, los restos de un antiguo cuadro visto astralmente, pero ciertos detalles pueden haber sido alterados mientras tanto... En una verdadera explicación del cuento de hadas debe reconocerse siempre que debemos retroceder hasta el arquetipo, e identificarlo. Todo corresponde a tales acontecimientos astrales". Y más adelante prosigue, de este modo sugestivo: "En los tiempos remotos de la antigüedad los hombres tenían experiencias astrales. Un hombre las contaba a otro, el otro las recogía a su vez y así era llevado el cuento de lugar en lugar".
Un armonioso equipo
Cuando hablamos de "cuentos de hadas" se entiende que tales historias no se refieren exclusivamente a las hadas, aunque ellas suelen aparecer en ellos, lo mismo que los duendes, los gnomos, las ondinas, y otros tantos personajes sutiles que hacen referencia a realidades esotéricas. Con esa denominación abarcamos todas las sagas tradicionales que tienen de común denominador la amalgama entre lo que llamamos real y lo fantástico, el proponerse como "ejemplos" en sentido amplio, y el tener esa condición alegórica y claramente "arquetípica". En general son relatos lineales, de estilo coloquial y libre, planteados de tal manera que se facilita naturalmente su recordación oral. Ello queda claro cuando leemos por ejemplo los cuentos de los Grimm en una traducción fiel al original, no en las tantas que adulteradas abundan por ahí.
Un grave problema con el que se encuentra el estudioso de estos materiales tiene que ver con las malas o inexactas traducciones. Son adaptaciones pretendidamente "para niños", donde se ha intentado quitarle crueldades al texto con el lamentable resultado de tergiversarlo. Por ejemplo: hay una traducción inglesa de La Cenicienta, en la cual se eliminó la parte final del relato, aquella en la cual se describe el castigo sufrido por las dos hermanastras en manos de las palomas amigas de Cenicienta. Este fragmento, que es decisivo, tiene que ver ni más ni menos con las leyes cósmicas de Retribución y Castigo, eso que los hindúes llaman Karma.
Otro de los motivos que explican la tergiversación de estos cuentos es su adaptación a la pantomima en el siglo XVIII. Si a ello agregamos el toque Disney, tenemos ya un caso de adulteración proyectada a públicos masivos. Si tomamos como ejemplo nuevamente La Cenicienta: en la versión original no aparecen ni zapatitos de cristal, ni calabaza, ni ratón (elementos que se agregaron para darle más brillo). Otro detalle que se dejó de lado fue la escena en que las hermanastras aparecen cortándose los dedos de los pies para poderlos hacer entrar en los zapatitos.
Hay elementos que se reiteran, como la presencia del príncipe y la princesa; uno de ellos o ambos han sido encantados, y el amor los libera. El casamiento final alude a la "boda química" de los antiguos alquimistas, y a la unión del alma humana y el espíritu presente en todas las antiguas enseñanzas. Los cuentos comienzan en general con la expresión "Erase una vez..." lo que hace referencia a que se trata de algo que puede volver a suceder una y otra vez, en diferentes casos, lo que está vinculado a la ley de Recurrencia y también a la ley cósmica del Eterno Retorno. Y suelen culminar los relatos con una frase harto sugestiva: " y si no han muerto desde entonces, ellos están todavía vivos".
Podríamos seguir con la interpretación de elementos recurrentes en muchos de los relatos. Por ejemplo, el viejo rey que muchas veces aparece, es tal vez la Eterna Conciencia, el Anciano de los Días de los cabalistas. El número siete lo vemos reiterado: los siete enanos de Blancanieves, los siete cabritos con el lobo. Recordemos que entre los egipcios y los griegos, entre los pitagóricos y todos los cultores del profundo simbolismo de los números, el siete fue altamente significativo. No por casualidad se habla de siete planetas astrológicos, de siete metales alquímicos, de siete cuerpos de la anatomía oculta del ser humano, de siete cosmos en referencia al macrocosmos, y que sean siete los días de la semana.

Desentrañando claves

Adentrándonos en los relatos en concreto, si tomamos La bella durmiente, encontramos que en el reino del padre de esa niña recién nacida eran trece las hadas, y sin embargo se invita sólo a doce, y la treceava resulta el hada fatídica. En esto hay una profunda significación esotérica, que va mucho más allá de la popular superstición con el número 13, pues el 13 en numerología profunda es un número positivo vinculado al cambio espiritual. En cuanto a que se invite a doce a la fiesta: podemos asociar esto con los doce apóstoles, los doce dioses olímpicos en Grecia, los doce signos astrológicos, los doce pares de Francia que secundaban a Carlomagno, los doce caballeros que acompañaron al Rey Arturo en la mística aventura de la Tabla Redonda, las doce horas de Apolonio de Tyana. El 12 aparece en muy diferentes culturas como número clave. Las hadas de éste y otros cuentos tradicionales no son meramente personajes de fantasía, sino que se corresponden con criaturas de otras dimensiones a las que han hecho referencia muchos clarividentes. Estos seres vivirían en otro plano, más sutil, y tendrían justamente la misión de ayudar a los seres humanos. Once de las hadas le ofrecen a la niña diversos dones, como virtud, belleza, riquezas, etc.; la número 13 —ofendida por no haber sido invitada al bautismo— maldice a la recién nacida pronosticando su muerte a los quince años; a su vez, el hada número 12, que aún no se había manifestado, aminora esto diciendo que solo será un sueño de cien años. Vemos claramente, haciendo "otra" lectura distinta, el trabajo que los Señores del Destino realizan antes de cada nacimiento, balanceando los méritos o deméritos de quien va a nacer y marcando su suerte.
El sueño de la bella durmiente, y el sueño en que caen todos los habitantes del reino, es desde otro punto de vista ese "dormir" en vigilia que para Samael Aun Weor y otros autores esoteristas es la condición actual del ser humano. Una zarza enorme cubre el palacio y a los durmientes, lo que puede evocar la zarza ardiente que encontró Moisés en el desierto, y alude a la necesidad de ciertos conocimientos para lograr despertar realmente la conciencia.
Las hermanastras de La Cenicienta no eran, contra todo lo que se ha creído, feas —al menos no en el cuento de los Grimm— pero sí"de corazón duro y negro". A quienes se han acercado valiéndose de la lógica común a este relato, les ha sorprendido la frialdad del padre, favoreciendo siempre a las que en definitiva no eran sus hijas de sangre; aquí debemos recordar el sentido alegórico, e interpretar que ese padre equivale al Ser interior de cada uno, nuestra Conciencia más profunda en otros términos. Desde la perspectiva religiosa: ese Dios que en muchos casos resulta duro, pero que en definitiva actúa como el perro pastor que muerde a las ovejas para que no se desvíen de la buena ruta y se precipiten en un barranco.
Las palomas y otras aves ayudan a Cenicienta a separar el grano para poder ir al baile. Esto nos habla de otra realidad oculta: la relación que puede darse entre un alma pura y esas "ánimas" que son la parte espiritual de los animales.
Por tres veces Cenicienta baila con el príncipe, y al llegar la noche (no la medianoche, que es algo que agregaron versiones posteriores) se escapa para no ser reconocida. El número 3, la acción realizada por tres veces, es un elemento también constante en este tipo de historias tradicionales. Vale recordar el profundo sentido Cabalístico del 3.
Culminando con la peripecia de Cenicienta, la muchacha apela a su madre difunta; acude a su tumba a la hora de la imposibilidad, y es allí donde aparece la solución. Aquí percibimos dos elementos de inusitada hondura: el aspecto maternal-espiritual, simbolizado en el catolicismo por la Virgen María, que puede prestar ayuda a quien transita un camino de búsqueda trascendente; pero también está la tumba, o sea —herméticamente hablando— la "muerte que nos da vida".
Blancanieves es el cuento más conocido de los Grimm. Aquí también la heroína es huérfana y tiene madrastra. Reparemos en la frecuencia de tal circunstancia en este tipo de historias; la madrastra es una mala madre, y analógicamente la vida puede ser una dura madrastra cuando no logramos una adecuada relación con ella. Ese espejo en que se mira la reina nos remite al tema de la imagen, de la máscara y el rostro; los espejos estaban presentes siempre en las ceremonias de iniciación de la genuina Rosacruz, y el espejo tiene relación directa con las artes mágicas, con ciertas capacidades taumatúrgicas y con el comunicarse con otras dimensiones. La reina, al enterarse por el espejo que ya no es la más linda, le pide al cazador que mate a Blancanieves y que le traiga como prueba de ello el corazón, los pulmones y el hígado (harto significativa la relación de estos órganos con aspectos de la "anatomía oculta" del hombre). Los siete enanos son justamente los gnomos, contraparte espiritual de los minerales a los que aluden todas las añejas enseñanzas populares y esotéricas. Hay un aleccionante texto de Paracelso, relacionado con estos inocentes obreros subterráneos que toman la forma de diminutos ancianitos.
La reina no solamente es mala, es una hechicera de la "mano izquierda", y tiene el poder de las metamorfosis mágicas (por tal motivo puede volverse vieja). Por tres veces visita a Blancanieves y ésta no la reconoce; le ofrece primero un lazo que le quita la respiración, luego una peineta que casi la envenena, y por último una manzana emponzoñada. En los dos primeros casos los enanos llegan y la salvan, pero no sucede lo mismo en el tercero. Blancanieves permanece como si estuviera muerta, en estado de latencia, hasta que se presenta el príncipe y la revive. Aquí se reitera el tópico de la "salvación por el amor" —presente también en La bella durmiente — que tiene cierta relación con misterios como el Andrógino y el erotismo trascendente.
Es interesante reparar en el símbolo de la manzana. Este se remonta a Adán y Eva en el Génesis. Es equivalente a la tentación aquí también. Lo pecaminoso como prohibido.

Otros cuentos de los Grimm

Hansel y Gretel muestran por un lado la capacidad que da el estado de alerta, de conciencia, para superar las trabas y acechanzas que nos coloca la vida y sus avatares. Esto en el caso del primer abandono de los niños en el bosque, pues en el segundo las migas de pan que Hansel esparce en el camino son comidas por los pájaros. La casa de caramelo encierra otra enseñanza: por fuera dulce, amarga y siniestra por dentro. También aquí Hansel se salva con habilidad y astucia. De su peripecia por el bosque —el camino del buscador de la verdad— Hansel y Gretel vuelven con joyas y piedras preciosas, que son ni más ni menos que los "bienes espirituales" ganados con la experiencia.
Caperucita Roja por su parte, debe recorrer el bosque (que es la vida) donde encuentra al lobo (los múltiples peligros y acechanzas) para visitar a su abuelita (la sabiduría de los ancestros). Es devorada, junto a su posibilidad de sabiduría, por el lobo, por la vida. Sin embargo algo late en ella, al igual que en aquella Sofía de los gnósticos asediada por la oscuridad, y por ello recibe ayuda encarnada en el cazador (la fuerza Superior) que la salva a ella y a la abuelita.
El caso de Pulgarcito es el de todo aquel que siente el llamado de la aventura del espíritu. Es pequeño, como pequeños somos todos enfrentados al misterio de la existencia. Con audacia, valentía y entereza va dando sus primeros pasos, aplicando también la inteligencia (por ejemplo: en el episodio de los ladrones en la casa del cura). Es devorado primero por una vaca y luego por un lobo (animales emblemáticos). Se salva en el primer caso apelando a sus propios recursos, o sea haciendo creer que la vaca hablaba, lo que hace que la maten, la abran y él pueda salir. Del vientre del lobo lo rescata su propio padre. Aquí la sugerencia es notable: nuestro Padre trascendente —ese "Padre nuestro que estás en los Cielos" de la plegaria por excelencia enseñada por Jesucristo— salva al peregrino del Camino de la Verdad de los riesgos e incluso de las caídas y despistes.
Si reparamos en otros cuentos de los Grimm vamos a encontrar más referencias a criaturas de carácter fantástico. En La ondina del lago el molinero realiza un pacto con una criatura sutil de las aguas, en el cual desaprensivamente cambia a su futuro hijo por riquezas. Aquí —como enfatizamos antes con relación a las hadas y gnomos— debemos aclarar que no se trata de mera imaginería sino que el argumento da carnadura a "reales" fuerzas síquicas presentes en la naturaleza, que son neutras en realidad y que utilizadas sin precaución y sin el conocimiento debido nos llevan tarde o temprano a la desgracia. Pero este relato posee otros elementos de rica significación: cuando ese niño, destinado por su inconsciente padre a la ondina del lago, cae —ya mayor— en poder de esa fuerza que habita las aguas, su mujer —a través del sueño— logra obtener los recursos para salvarlo. Esto es puro y auténtico "esoterismo"; todos los maestros y escuelas genuinas han considerado que es en el llamado Mundo Astral, la dimensión de los sueños ni más ni menos, donde realmente podemos tomar contacto con las verdaderas claves de la Sabiduría profunda. En el final del relato, el hombre salvado de la ondina del lago y su mujer, son separados mucho tiempo por el Destino; esto trae, en cierta manera, el antiguo arquetipo de las "almas gemelas", que se buscan —a través de muchas existencias— hasta encontrarse plenamente un día.
Podemos todavía recordar más referencias a los misterios esotéricos en los Hermanos Grimm. En La casita del bosque, donde las tres hermanas se pierden al ir a llevarle la comida al padre siguiendo los granos que él había dejado esparcidos por el camino (y que las aves se comen en cada ocasión), estamos ante un "encantamiento" —pues el viejo que encuentran es un príncipe, y los animales sus servidores—que nos remite a realidades concretas de la magia como el fenómeno de la "licantropía". Las tres hermanas sufren la misma "prueba", pero solamente la salva —atendiendo a la alimentación de todos los personajes y dejando de lado el egoísmo— la menor. Ella es premiada y las otras castigadas con el encierro en una oscura cueva (esto se puede interpretar como la Ley del Destino operando).

Andersen, Barrie y Carroll

Hans Christian Andersen, el escritor danés, del igual modo que los Grimm realizó un trabajo de rescate de leyendas populares escandinavas la pasada centuria.
Tal vez más sentimentales y románticos que los cuentos de los hermanos alemanes, los de Andersen son algo menos el resultado de una fidelidad a los relatos tradicionales, que una creación personal, en la cual la impronta del autor está mucho más presente. Si nos detenemos en La hija del mar, más conocida como La Sirenita, encontramos por un lado la evocación de criaturas en apariencia fantástica pero que personalizan a fuerzas sutiles que habitan en realidad las aguas marinas (las legendarias "nereidas"; la presencia de tales criaturas es permanente en nuestra cultura desde hace milenios). Desde otro ángulo, la historia de "la sirenita" es simbólicamente la peripecia de cualquier ser humano atraído por algo más que el presentismo materialista y fenoménico, que busca con ahínco "otras" realidades intangibles. Todos somos de alguna manera esa sirenita que tenía una inexplicable nostalgia por el mundo de la superficie que no conocía, y que luego de poder contemplarlo al conjuro del amor ya no va a poder olvidarlo. La sirenita muestra luego un posible camino de mayor trascendencia, que se abre para quien esté dispuesto a transitarlo: a través del renunciamiento, y de un amor generoso y desinteresado, ella logra por fin —superando pruebas y zozobras— elevarse a una dimensión incomparablemente mejor que aquella en la cual habitaba.
El patito feo o El más feo (como se lo conoce también) delinea una historia moral con raigambre esoterista: la conclusión es que las apariencias resultan engañosas, y que la fealdad relativa de pronto encierra en su interior una riqueza y una belleza insospechadas. Nos habla de la necedad de nuestros conceptos subjetivos, relacionados con nuestra estrecha experiencia, que nada tienen que ver con la verdadera realidad de las cosas.
Como culminación de este acercamiento a la simbología esotérica de los cuentos de hadas, podríamos evocar a dos autores considerados clásicos del relato para niños, que sin haber abrevado —como los anteriores— en fuentes tradicionales, por vía indirecta sí fueron impregnados por ciertos arquetipos inequívocos de una perspectiva esotérica. Se trata de J. M. Barrie, el autor de Peter Pan, y de Lewis Carroll, el padre de Alicia en el país de las maravillas.
Las aventuras de Peter Pan, Wendy y el resto de los niños en el país del Nunca Más, podríamos interpretarlas desde la óptica esotérica como esa conexión o capacidad de comunicación con lo maravilloso, con lo misterioso, con lo sutil, que poseen naturalmente los niños. Para el gnosticismo, la primera infancia es un período donde la Esencia de cada uno de nosotros se manifiesta todavía libre de condicionamientos del Ego y la Personalidad. No cabe duda que Peter Pan es habitante de una dimensión donde el tiempo no existe, el ámbito de la Eternidad correspondiente al Plano Astral. Todo lo que acontece en el divertido libro se desarrolla directamente en esa "dimensión" de la Gran Realidad. Si procurásemos recordar retazos de nuestra primera infancia, ¿acaso no nos asombraría tomar conciencia de la naturalidad con que entonces armonizábamos lo lúdico, lo onírico, y lo que ahora llamamos "real"? Es claro que la obra de Barrie tiene ya una impronta moderna, pues el autor se preocupa al final por enfatizar el implacable pasaje del tiempo —reflexión contemporánea como pocas, reflejada en la filosofía y el arte— al mostrarnos el crecimiento de Wendy hasta hacerse mujer, y cómo es suplantada en el cariño y la magia de Peter Pan por su propia hija Juanita.
Para culminar, tenemos a Lewis Carroll y sus dos obras: Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo. Aparte de sus innegables valores literarios reconocidos por la mejor crítica, en estos libros se descubre una riqueza en paradojas lingüísticas, numéricas y lógicas, que han llamado la atención a muchos estudiosos. Este último rasgo los hace adelantarse al Surrealismo por un lado, y además los constituye es una suerte de "zen" occidental, algo que es evidente por ejemplo en el diálogo que mantienen Alicia y la Liebre de Marzo.
Pero aquí nos interesa simplemente destacar que estos relatos poseen además su costado "esotérico". Los viajes que emprende Alicia no son otra cosa que pasajes a dimensiones que están en otra vibración energética que la de este mundo tridimensional; por eso es que las leyes de la lógica formal se violentan allí, y por eso pueden ser las cosas "al revés". El espejo —profundo y rico símbolo— también está presente, y no faltan las cartas de baraja con reminiscencias y evocaciones a la antigua sabiduría del Tarot.
Simbolismo del espejo
El simbolismo del espejo es muy complejo y variado, y veremos tan sólo algunos aspectos a lo largo de este estudio.
Se ha dicho del espejo que es símbolo de la imaginación o de la conciencia, ya que tiene la capacidad de reproducir los reflejos del mundo visible en su realidad formal. Scheler y otros filósofos lo han relacionado con el pensamiento, pues es en el vehículo mental donde se produce la autocontemplación y reflejo del Universo. Es en este sentido en el que el espejo se relaciona con el simbolismo del agua reflejante y el mito de Narciso.
También aparece con frecuencia en leyendas y cuentos infantiles convertido en mágico, ya que es capaz de proyectar imágenes que ocurrieron en el pasado o que ocurrirán en el futuro, o simplemente ver en el presente lo que está sucediendo a mucha distancia. Pero sobre todo el espejo mágico dice la verdad, pues él tan sólo refleja lo que ve, sin las máscaras o escudos que los seres humanos nos ponemos para protegernos; ellos tienen la cualidad de ver el alma tal como es. Esta característica es propia de los espejos de mano, que en China están relacionados con la felicidad conyugal y tienen cierto poder contra las influencias diabólicas.
Además de relacionarse con el agua, también lo hacen principalmente con la Luna, precisamente por su condición reflejante y pasiva, pues reciben las imágenes como la Luna la luz solar. Los mejores espejos son los que se realizan con plata, metal consagrado a la Luna y del que los antiguos creían que era producido por los propios rayos de ésta. En el templo de Coricancha (Cuzco) había un santuario consagrado a la Luna, recubierto totalmente de plata. Así, el espejo y la plata aparecen relacionados con todas las diosas lunares, ya que forman parte de sus atributos y emblemas.
Para Loeffler, los espejos son símbolos mágicos de la memoria inconsciente (como los palacios de cristal). El cristal, como parte integrante de los espejos, se une a su simbolismo de autoluminosidad, de visión interior perfecta y de pureza. En la Alquimia el cristal simboliza la perfección espiritual. Pero es la transparencia la que hace que el cristal exista y no se vea, a la vez que deja ver a su través, convirtiéndose en un intermediario entre el mundo visible y el invisible, y por tanto en una base simbólica de la sabiduría, la adivinación y todas las facultades y poderes misteriosos del hombre.
El espejo en la magia
Una de las diosas que se sirven de su espejo mágico es la egipcia Isis. Recordemos que en el mito Osiris es el hermano-esposo de Isis, el cual será despedazado por Seth y sus fragmentos esparcidos por el mundo. Gracias a sus artes mágicas y con la ayuda de su espejo, Isis localizará los pedazos de Osiris para poder recomponerlo y devolverle la vida. Este espejo se encuentra en la barca de Isis o barca lunar (la Luna), y en él quedó impreso el llamado Ojo de Horus, que es signo de videncia, espiritualidad y poderes ocultos, equivalente al Ojo de Dangma hindú. El Ojo de Horus es el Oudjat, el ojo de la visión justa, y se relaciona con el llamado Tercer Ojo, el cual despierta la clarividencia en el hombre.
Los espejos negros -confeccionados con obsidiana- quizás sean uno de los elementos más relacionados con la Magia. Según H.P. Blavatsky, estos espejos se fabrican en la provincia india de Agra, en el Tibet, en la China y también en Egipto, de donde parece ser que los introdujeron en México hace muchos miles de años los antecesores de los actuales mayas. Según la tradición, cuando desembarcaron los españoles, el Rey de los quichés ordenó a sus sacerdotes que consultaran el espejo para saber el destino del país.
Los romanos también emplearon espejos negros de obsidiana. Así por lo menos lo afirma Plinio respecto del procedente de Etiopía, y parece que se empleaban particularmente para adosarse a las paredes. "La imagen que reflejan estos espejos -dice Plinio- parece una sombra, en la cual se ven los rasgos del objeto, pero no los colores: es una representación más bien oscura del objeto".
Actualmente Raymond Moody, Profesor de Psicología de la Universidad de Carrolton (Georgia) está realizando de forma científica lo que hace unos siglos le hubiese llevado a la hoguera por tratarse de artes nigrománticas. Se trata de concentrarse en un espejo donde los sujetos ensayan regresiones a vidas pasadas y materializaciones de seres queridos muertos.
Los espejos y la adivinación
Donde más han destacado los poderes de los espejos es en el arte de la adivinación. Según el sentido vulgar de la palabra, adivinar significa conjeturar lo que se ignora; pero el verdadero sentido etimológico de la palabra es divinari, es decir, ejercer la divinidad. Los dos signos de la divinidad humana, o de la humanidad divina, son las profecías y los milagros. Ser profeta es ver por anticipado los efectos que existen en las causas, es leer en la luz astral; hacer milagros es obrar valiéndose del agente universal y someterle a nuestra voluntad.
Parece ser que Nostradamus, según cuenta la leyenda y las tradiciones orales, utilizaba una bola de cristal de cuarzo para ver el futuro y de esta forma confeccionar sus profecías. Los instrumentos de adivinación no son otros que los medios de magnetizarse a sí mismo y de distraerse de la luz exterior, para estar atentos únicamente a la luz interna.
Por eso Apolonio de Tyana se envolvía por completo en un manto de lana, y fijaba en la oscuridad su mirada sobre el ombligo. El espejo mágico de Du Potet es un medio análogo al de Apolonio. La hidromancia (adivinación por el agua) y la visión en la uña del pulgar, bien igualada y ennegrecida, es una variante del espejo mágico; el agua o el color negro absorben los rayos visuales, produciéndose entonces un desvanecimiento, un vértigo que va seguido de lucidez en los sujetos que tienen para esto una aptitud natural, y que están convenientemente predispuestos.
Vemos que el nombre de "Espejo Mágico" es una denominación genérica donde los instrumentos de adivinación no son solamente espejos, sino que pueden ser bolas de cristal, copas de agua, perlas, piedras preciosas, etc. Uno de los espejos mágicos más célebres de la literatura oculta es un cristal de carbón que estaba en posesión de John Dee, ocultista inglés que vivió en el siglo XVI.
Otro instrumento que se podría considerar un espejo mágico es la cubeta de madera negra del médico austriaco Anton Mesmer, en la cual María Antonieta vio reflejarse en sus turbias aguas todo el desenlace de la Revolución Francesa, incluyendo la muerte de sus amigos, del Rey y de ella misma.
Si cada objeto se puede convertir en un espejo mágico es porque el Alma universal misma es el verdadero espejo en el que la vida cósmica entera viene a reflejarse. Y puesto que todas las almas humanas no son sino parcelas de este Alma universal, cada una de ellas es en sí misma un espejo. De lo que se deduce que hay dos tipos de clarividentes o adivinos: aquellos que encuentran el espejo mágico en sí mismos -es su alma aquella en la que vienen a reflejarse todos los acontecimientos del universo-, y aquellos que tienen la necesidad de un espejo mágico material, y por tanto exterior a ellos. De los primeros sería el caso de Apolonio, y de los segundos todos los ejemplos que a continuación exponemos:
Pausanias nos dice: "Delante del santuario de Deméter hay una fuente, entre la cual y el templo se alza una tapia y hasta la que lleva un camino desde el exterior. Allí hay un oráculo muy seguro, no sólo para las consultas, sino para la curación de las enfermedades: atan un espejo con una cuerda fina y lo dejan caer sobre la fuente de forma que no se hunda en ella más que para que el agua toque su círculo. Entonces ruegan a la diosa y queman perfumes, después de lo cual miran el espejo, el cual indica si el enfermo vivirá o morirá. Tan verdadera es esta agua. En Cianeas, junto a Licia, hay un oráculo de Apolo Tirxeo que es también una fuente en la que mira el que quiere saber algo".
W. Wynn Wescott nos dice: El Espejo Luminoso, llamado Aspaqularia Nera, es un término cabalístico que significa el poder de previsión y de visión a distancia, de profecía, tal como lo tuvo Moisés. Ordinariamente los mortales tienen sólo el Aspaqularia della Nera o Espejo No Luminoso, y sólo ven de un modo oscuro en el cristal.
Los espejos en la religión
Los espejos aparecen como atributo de las diosas en los mitos y ceremonias de casi todas las religiones antiguas diseminadas por el mundo. Así, en el Egipto de hace miles de años, cuando las aguas del mar salpicaban las patas de la Esfinge y la meseta de Gizeh era una isla, los sacerdotes realizaban una ceremonia secreta a la salida del sol, donde los primeros rayos del amanecer eran reflejados por un espejo de oro pulido que la Esfinge tenía en su frente, proyectándolos entre sus patas. También se han hallado en los sepulcros de la XIX dinastía espejos en forma de disco que encajaban entre los cuernos de la cabeza de la diosa Hathor, que probablemente estarían relacionados con la capacidad de adivinación de los dioses ctónicos.
Hubo una diosa o demonio femenino mesopotámico llamada Lamastu, que atacaba y seducía a los hombres y trataba de arrebatar los niños a sus madres. Era probablemente una representación más de la muerte y la enfermedad. Esta diosa en sus representaciones y conjuros llevaba siempre consigo un peine, un espejo y un huso, atributos los tres muy antiguos de feminidad, magia y transcurso del tiempo.
Entre los griegos hay varios mitos donde aparecen los espejos. Uno de ellos es el de Perseo, que tiene que matar a una de las Gorgonas, Medusa, la única que es mortal. Para ello el héroe se elevó por los aires con las sandalias aladas que le dieron las tres Gracias, mientras Atenea sostenía encima de Medusa un escudo de bronce bruñido a modo de espejo, para que el guerrero pudiese contemplar la escena sin tener que mirar a los ojos de la terrible Gorgona, que tenía la facultad de transformar en piedra a sus observadores, y de este modo pudo cortarle la cabeza. También podemos recordar el mito de Narciso, joven de incomparable belleza e incapaz de sentir amor por nadie; una ninfa se enamoró de él, pero éste, sólo interesado por sí mismo, la rechazó. La ninfa murió de amor, por lo que la diosa Artemisa castigó a Narciso a enamorarse de su propia imagen cuando se viera en una fuente.
Los romanos consagraron el lago Nemi, que tiene forma de cuenco, a Diana, diosa de la Naturaleza y de la fecundidad; allí los sacerdotes de su culto realizaban ritos y ceremonias lunares, por lo que el lago pasó a llamarse "el espejo de Diana", aunque estos cultos se realizaban incluso antes de la fundación de Roma.
El neoplatónico Plotino nos va a referir en sus Enéadas: "las almas humanas, al ver sus imágenes en el Espejo de Baco, se lanzaron desde lo alto hacia ellas, pero sin cortar los lazos que las unen a la Inteligencia, hacia la que suben de tanto en tanto, cuando Zeus, compadecido, corta las ataduras que las ligan al dolor".
En el panteón azteca también tenemos varios ejemplos como el dios Tezcatlipo-ca, "el Señor del espejo humeante". Es uno de los dioses más antiguos del panteón y rige las hechicerías y los encantamientos. A él se le dedicaban los abundantes fenómenos parapsicológicos que ornaban el México antiguo. Su oscuro espejo humeante está relacionado con la Luna, y estaba hecho con hielo arrancado de la Tierra Primera "aún no alumbrada por el sol".
También hay un pasaje relacionado con Quetzalcoatl, "la serpiente emplumada". Este era un Rey de pureza intachable, por lo que los demonios, no pudiendo resistir tanta nobleza, deciden perderlo. Para ello le sitúan frente a un espejo negro, en el que percibe por primera vez su cuerpo, considerándolo feo e imperfecto. Sumido en la tristeza, los demonios aprovechan para embriagarle, y del espejo surge una figura femenina hecha de pura materia irradiante, que es su propia sombra o doble, y allí el Maestro pierde su pureza ascética.
Mientras en Europa los hombres preparaban las hogueras de San Juan en honor del solsticio de verano, en el hemisferio sur los incas festejaban el Inti Raymi, la Fiesta del Sol, en la que el monarca vestía sus galas más preciadas y lucía ornamentos de oro y plata que reflejaban la luz solar. La parte principal de la ceremonia consistía en renovar el fuego sagrado, que ardía durante todo el año. En esta ocasión era el mismo Sol quien lo encendía. Para ello los sacerdotes llevaban un brazalete llamado chipana, el cual tenía una lente que reflejaba los rayos del sol como una lupa, inflamando un algodón color carmín. Este tipo de espejos son llamados ustorios o ardientes; dos hechos históricos han dado celebridad a este medio de producir combustión desde lejos: Arquímedes abrasó en Siracusa la flota de Marcelo y Proclo quemó en Constantinopla la de Vespasiano. En cuanto a la leyenda, nos dice que los navíos atlantes, antes del hundimiento de su último resto llamado Poseidonis, llevaban unos espejos parabólicos enormes con los que incendiaban ciudades.
En el Japón encontramos el símbolo teológico del espejo, que es el emblema de la diosa Amaterasu, "el Sol". Dice su religión que la diosa enfadada se escondió dentro de una caverna y que el resto de los dioses fabricaron un espejo, que colocaron en la entrada. Amaterasu, llena de curiosidad, salió a ver su imagen reflejada. Este espejo era octogonal, y su representación es una flor de ocho pétalos con su centro rojo (la flor del cerezo), llamado Kagami, y sirve de representación al Judo. Ninigi, nieto de Amaterasu, recibe dicho espejo, que "habría de considerar como si fuera la propia alma de Amaterasu", ya que es uno de los emblemas sagrados, junto con la espada y las joyas, que se identifican con el poder imperial. Son estos emblemas los que recibe el Emperador en una ceremonia secreta de sucesión; si el espejo llegara a empañarse indicaría que el candidato no es digno de convertirse en Hijo del Sol. En los templos japoneses se custodiaba el Shintai o morada del dios, que en la mayoría de los casos era un espejo metálico.
Los espejos y los espíritus elementales de la naturaleza
Los espejos se hallan relacionados principalmente con los elementales del agua. Entre los más pequeños están los que viven en la espuma del mar, que servían a los Magos que podían leer augurios en la reflexión de la luz lunar o Camino de Plata de la luna llena sobre el mar. Los tritones, que forman parte del séquito de Neptuno, responden al Trino Poder del Reflejo del Logos sobre el Gran Espejo o Cristal Negro de origen Terrestre e ígneo, guardado en Thule para la corona del Rey del Mundo. Las ninfas son expertas en encantamientos, metales mágicos y piedras preciosas en el seno de las cuales se pueden ver cosas lejanas, pasadas y futuras. Algunos del aire, como los elfos, gustan de la luz reflejada en los espejos no muy pulidos.
Hemos visto la relación de los espejos con la imaginación, con la Luna, con la plata, con el agua, pero además se relacionan con la psiquis o astral de la naturaleza y el hombre. El espejo es una "puerta" a esa otra dimensión que es el mundo astral; de ahí proviene la tradición europea de dar la vuelta o tapar los espejos cuando ha fallecido alguien recientemente, para evitar su regreso o para que no les robara su alma. Los pueblos antiguos pensaban que el alma humana radicaba en la sombra o en la imagen reflejada en el agua o en un espejo; quizás sea por eso por lo que los vampiros no se reflejen en los espejos, pues no tienen alma.
El mundo de lo cotidiano está lleno de circunstancias mágicas o prodigiosas que habitualmente desatendemos o no escuchamos. Una nueva mirada a los objetos de nuestro hogar y de nuestra vida cotidiana, y no sólo a los espejos, nos descubriría un universo oculto de fascinante riqueza interior.
Caperucita Roja: la verdadera historia.


De todos los cuentos populares de que nos ha legado la Edad Media, y aún más atrás, el de Caperucita Roja es que ha sufrido las mutilaciones más severas de parte de comentadores, recopiladores y, por supuesto, el gélido y abstruso Walt Disney.

El cuento, hasta la escena en donde el lobo se viste con las ropas de la abuela, es más o menos el mismo que conocían los niños medievales. Las diferencias se dan a partir de este punto. Pero primero repasemos un poco de historia.


El primer recopilador en rescatar el cuento de Caperucita Roja fue Charles Perrault, que lo incluyó en su antología de historias populares en 1697. Al contrario de lo que sucede con otros cuentos tradicionales, como La Bella Durmiente o Hansel y Gretel, Caperucita Roja no era un cuento muy extendido en Europa. Es más, se lo conocía en un ámbito bastante cerrado, que iba desde el norte de los Alpes a la región de Loira. En 1812 los hermanos Grimm reescribieron la historia, especialmente el final, y ésa es la versión que se conoce hoy en día; una versión, dicho sea de paso, muy diferente de la Caperucita Roja real.

No resulta asombroso que los hermanos Grimm hayan modificado el relato original, lo extraño es que para ello se hayan basado en una oscura obra de Ludwig Tieck llamada: Vida y muerte de la pequeña Caperucita Roja (Leben und Tod des kleinen Rotkäppchen); tragedia que incluye la presencia del leñador, ausente en el cuento popular.


Tal vez para no ahuyentar a los temerosos padres de inicios del siglo XIX, los hermanos Grimm eliminaron de cuajo todos los elementos eróticos del cuento y plantaron un final feliz, además de barrer con todo lo que no sostenga la pureza e inocencia de Caperucita. El resumen: el final del cuento en la versión de Jabob y Wilhelm Grimm se salvan absolutamente todos, salvo el lobo, claro; cuyas tripas son abiertas por el hábil leñador, devolviendo a la abuela a su rutina diaria.


Vayamos a un análisis del cuento.

Según la clasificación de Aarne-Thompson sobre cuentos folklóricos, Caperucita Roja entra en la categoría 333, esto es, cuentos que presentan un oponente sobrenatural. Es importante que borremos de nuestra mente la idea de que los cuentos populares servían como advertencia a los niños sobre los peligros del bosque, para eso bastaba una buena reprimenda. Los relatos folklóricos tienen otra función, mucho más importante para los pueblos de lo que los pueblos han sabido comprender. Según lo vemos hoy en día, el protagonista de Caperucita Roja es, claramente, Caperucita Roja, pero esto no es así. El error, si cabe llamarlo así, es a la insistencia de Disney por lograr la empatía de los niños con la historia. Escencialmente, Caperucita Roja es un personaje importante, un disparador por el cual se sucede la verdadera tragedia, pero de ningún modo es el único. Incluso hay versiones muy antiguas en las que se la menciona de paso, como aquel cuento tradicional de Italia llamado La finta nona, es decir, La falsa abuela, en cuyo caso la joven Caperucita es un elemento casi decorativo.


La verdadera historia de Caperucita Roja sostiene dos elementos centrales:

1) El tabú del canibalismo.
2) El rescoldo de la vieja religión nórdica.


Caperucita Roja, Rotkäppchen, Little Red Cap, Le Petit Chaperon Rouge, Little Red Riding Hood, son variables de este disparador. Si tuviésemos acceso a alguna extravagante máquina del tiempo, y pudiésemos atestiguar de primera mano la narración de Caperucita Roja, oiríamos un cuento completamente diferente al que conocemos. Allí, el lobo engulliría a la anciana, tal como hoy, pero dejaría sobre la mesa un jugoso banquete hecho con la carne y la sangre de la abuela, que la inocente Caperucita devoraría vorazmente, acaso intuyendo su origen ilícito. Luego, vestido con las ropas de la occisa, y tras de un diálogo con muchísimas variantes, el lobo pasaría de degustar la carne temblorosa de Caperucita; momento en el que un cazador, que oye los gritos desgarradores de la joven, ingresa en la estancia, mata al lobo y le abre el estómado con un cuchillo, devolviendo a la joven al mundo de los vivos.


Ahora bien, este morir y renacer de Caperucita Roja nos habla sobre algo muy antiguo en la raza humana: el rito de iniciación.

Caperucita en el bosque, en la casa y en el estómago del lobo, son símbolos de las tres fases de la iniciación a la adultez; por el cual una niña abandona su casa -madre, comunidad, civilización-, recorre un terreno salvaje -el bosque-, se enfrenta con lo más siniestro del corazón humano -canibalismo, antropofagia-, y derrota al peor de los enemigos en el vientre del lobo -la muerte-.

Pero además de señalar estos tópicos arquetípicos, Caperucita Roja también simboliza el despertar de la sexualidad. Su vestimenta roja atestigua los inicios de la madurez sexual, y el lobo, antropomorfizado para suavizar los efectos devastadores de este tránsito, es, quizás, un símbolo del sexo salvaje, de la sexualidad en estado primitivo, mientras que el cazador, en cambio, representa el sexo dentro de la civilización, es decir, dentro de un matrimonio funcional a la sociedad; cuyo fin último es procrear, y no la liberación ociosa de los instintos.


Estas interpretaciones psicológicas y antropológicas son rigurosamente ciertas, pero detrás de Caperucita Roja se esconde un motivo acaso más trascendental, y que excede las consideraciones regionales sobre el sexo y la adultez. Si volviésemos a montarnos en aquella imaginaria máquina del tiempo, y retrocediésemos aún más, dejando atrás la Edad Media, veríamos que la historia de Caperucita Roja conserva elementos de la religión nórdica, disimulados pero perfectamente reconocibles para el estudioso -y amante- de la mitología nórdica.

La transición en el vientre de un animal es un motivo clásico. Lo vemos incluso en la historia bíblica de Jonás y la ballena. El vientre es, como hemos dicho, un ámbito de transición, pero doblemente simbólico, ya que todos provenimos de un vientre y hacia allí iremos -la tumba, vientre del mundo-. Ser tragado por un animal es un regreso a la vida intrauterina, vida perfecta e idealizada, pero con un sentido nuevo, alegórico, quizás, por el cual este nuevo vientre nutre un despertar completamente distinto. La vida en el vientre salvaje nos propone un estado latente, por el cual el individuo emergerá cambiado. Ya no será el mismo, así como Caperucita Roja, que emerge del vientre del lobo convertida en mujer.


En la narración norsa de Þrymskviða vemos que el gigante Þrym se roba el martillo de Thor, llamado Mjolnir, por cuyo rescate pide la mano de la diosa Freyja (cuyo nombre se conserva en la palabra viernes Friday, o Freyja's day). Thor, escandalizado, urde una estratagema: se viste con el traje nupcial de Freyja y engaña al gigante. El diálogo entre Thor y Þryms es textualmente idéntico al de Caperucita con el lobo, lo cual arroja una luz difusa sobre la verdadera identidad genital de la muchacha.


Yendo aún más atrás, atravesando las oscuras mareas del tiempo, podríamos decir que el cuento de Caperucita Roja conserva, además, elementos del mito solar. La abuela representa el ocaso, la luz moribunda del crepúsculo devorada por la oscuridad de la noche -el lobo-, y la joven simboliza la luz del alba, que emerge del vientre lobuno como el sol que desgarra los velos de la noche. Mitológicamente hablando, el lobo sería nada menos que Skoll, aquel lobo descomunal de la tradición norsa, cuyo destino es devorar al sol en la batalla del Ragnarok, o bien Fenrir, ese lobo con fauces de hierro que cae en el apocalipsis bajo el martillo implacable de Thor.

Es curioso como la mitología se diluye en la tradición popular, se pierde y renace bajo una nueva concepción. Un lobo gigantesco se torna en licántropo mezquino, el Dios del Martillo, rápido para la cólera y la amistad, se vuelve un cazador furtivo en los bosques de Francia, y el mundo nuevo, regenerado, libre del acoso de demonios y gigantes del hielo, muta en las delicadas y ambiguas formas de una muchacha, que, como la luz rojiza del alba, orna su cabeza con el color del cielo naciente.
La psicología de Caperucita Roja.


Todos estamos más o menos familiarizados con la historia de Caperucita Roja, o al menos creemos estarlo.

De hecho, el verdadero éxito de la persistencia de Caperucita Roja a través de los siglos tiene varias razones. La primera, y más obvia, es que se trata de un relato de advertencia; es decir, una historia que intenta dejar una enseñanza práctica a sus oyentes, sobre todo a las niñas.

¿Cuál es la enseñanza? En primer lugar, no hablar con extraños. Estos pueden convertirse en Lobos, y los Lobos, como todos sabemos, pueden asumir la inquietante forma de un cordero o de una abuela convaleciente, según el caso.

El primer autor en publicar la historia de Caperucita Roja fue el francés Charles Perrault (1628-1703). La tituló: Le Petit Chaperon Rouge, literalmente, "Caperucita Roja". Recordemos que este no es el verdadero nombre de la niña, sino un apodo que hace referencia a la caperuza roja que ocultaba su cabeza de las inclemencias del bosque.

Ahora bien, en la versión de Charles Perrault, recordemos, la primera historia publicada de Caperucita Roja, se advierten muchas discrepancias con el relato folklórico original. En principio, el relato de Charles Perrault incorpora componentes eróticos, sobre todo colocando a Caperucita Roja como una pobre muchacha de aldea, inocente, casta pero desobediente, frente a la sabiduría maliciosa del Lobo Feroz.

El detalle de la incorporación de la caperuza roja es muy significativo. En la época de Charles Perrault (siglo XVII) la caperuza, o chaperon, era un símbolo de la aristocracia. Hacer que una mujer joven de aldea portara semejante atuendo tiene dos funciones: establecer que la muchacha era ambiciosa, es decir, que deseaba pertenecer a una clase más elevada; y sobre todo que ese inconformismo la llevara a convertirse en merecedora de algún tipo de castigo.

En cierta forma, el atuendo de Caperucita Roja ejemplifica explícitamente su naturaleza rebelde e individualista, básicamente la clase de muchacha que se mete fácilmente en problemas si sigue sus impulsos. En este sentido, el individualismo de Caperucita Roja se acerca peligrosamente al ideal de bruja del siglo XVII.

Recordemos que en la versión orginal de Caperucita Roja, desde luego, un cuento folklórico oral, no aparece ninguna caperuza, ni capa, ni sombrero, ni capucha, ni nada que oculte la cabeza de la muchacha. Tanto el color rojo como la caperuza son invenciones de Charles Perrault, que luego serían adaptadas por los hermanos Grimm.

Erich Fromm (1900-1980), notable psicoanalista y psicólogo social, sostuvo que el color rojo en el atuendo de Caperucita simboliza el ingreso a la madurez sexual, es decir, la menstruación; lo cual nos invita a pensar que aquella expedición al bosque es una especie de viaje iniciático, el primero que Caperucita Roja realiza siendo una mujer joven. 

En este contexto, su encuentro con el Lobo Feroz es también su primer encuentro con un Hombre que la desea.

Erich Fromm hace bien en subrayar este detalle, que claramente juega un rol preponderante en la historia. Sin embargo, debemos decir que la capucha roja tiene otra interpretación mítica, relacionada con la Reina de Mayo (May Queen), una celebración típica de la Edad Media en la que se elegía a una joven vírgen, se la vestía de rojo, y se la enviaba sola al bosque para conseguir la primera rosa de la temporada.

Ya que mencionamos el cuento oral de Caperucita Roja, es decir, el cuento original, debemos decir que allí no se habla de un Lobo, sino de Lobos. La mayoría de los folkloristas coinciden que este relato medieval incorpora la presencia de Hombres Lobo, de licántropos y sus supuestos ataques y excursiones a distintas aldeas rurales, conocidos en Francia como Bzou.

Charles Perrault redujo la trama, transformando a los Hombres Lobos en un simple Lobo, pero conservó el móvil original de sus siniestros ardides: el hambre.

Algo de esto puede apreciarse en la excelente adaptación del mito de Caperucita Roja realizado por la escritora Margaret Atwood en la novela: El cuento de la criada (The Handmaid's Tale).

Uno de los puntos centrales que transformó a Caperucita Roja en una historia que trasciende el tiempo es la relación entre la causa de la prohibición maternal (símbolo de la autoridad), en este caso, no aventurarse sola en el bosque, y el efecto, correr el riesgo de ser devorada (castigo por la infracción a la autoridad).

En la versión de Charles Perrault no existe la resurrección de las víctimas del Lobo, puntualmente de la abuela, que recién aparecería en la versión de los hermanos Grimm. Sin embargo, en todos los casos, sobre todo en el original, se plantea una especie de juego dialéctico entre Caperucita Roja y el Lobo, un juego de preguntas y respuestas, cuyo propósito es ir "desnudando" las intenciones del Villano.

¿Pero por qué el Lobo necesita recurrir a estos juegos retóricos cuando simplemente podría asaltar a Caperucita Roja sin correr mayores riesgos? 

La respuesta es muy simple. Como decíamos antes, el temperamento de Caperucita Roja posee las cualidades rebeldes e individualistas asociadas a las brujas; de modo que la naturaleza persuasiva del Lobo no tiene como último propósito devorarla por la fuerza, sino "convertirla" voluntariamente en su víctima.

Efectivamente, el Lobo Feroz representa al Mal en estado puro y salvaje, en última instancia, al Diablo; y el juego retórico de preguntas y respuestas simboliza nada menos que el Pacto Satánico.

Charles Perrault suaviza ligeramente este motivo clásico, y lo desplaza hacia la relación entre un aristócrata (el Lobo) que busca seducir a una muchacha rebelde pero inocente de aldea (Caperucita Roja).

Sin embargo, el cuento original de Caperucita Roja es bastante claro al respecto. El Lobo busca "devorarla", simbólicamente hablando, acostarse con ella. Para lograrlo no utiliza la fuerza, algo que en definitiva no le proporcionaría ningún tipo de saciedad emocional, sino la astucia.

Recién con la llegada de los hermanos Grimm se nos permite pensar que existe algún tipo de redención para los que equivocan el camino, en el caso de Caperucita Roja, desoír las prohibiciones de la autoridad. Fueron ellos quienes recuperaron la figura del Cazador que salva a la muchacha y somete al malvado Lobo.

Antes de eso, Caperucita Roja pagó el precio más alto por su desobediencia.

A finales del siglo XVIII se había popularizado mucho la teoría del Mito Solar, por la cual se explicaba que la Noche (el Lobo) "devora" al Crepúsculo (Caperucita Roja), pero este es rescatado por el Sol (el Cazador) que libera la luz del vientre de la oscuridad. También se han ofrecido distintas dinámicas naturales detrás de la historia, por ejemplo, siendo el Lobo una representación del Invierno, Caperucita Roja del Otoño y el Cazador de la Primavera; o bien de la abuela como representante del Año Viejo que muere y Caperucita Roja como una manifestación del Año Nuevo que "renace" de la negrura del cosmos.

Estas hipótesis se cayeron a pedazos en pocas décadas, y actualmente casi nadie se atreve a defenderlas seriamente.

Uno de los sucesos más asombrosos del relato de Caperucita Roja tiene que ver con la supervivencia del Lobo después de que el Cazador logra extirparle a la niña y a la abuela del vientre.

¿Cómo es posible que sobreviva a semejante episodio?

En este sentido, los cuentos folklóricos se construyen a partir de una premisa: proteger la integridad de sus oyentes, y sobre todo ahorrarles miedos que, aunque lógicos y perfectamente razonables, operarían en contra del bien social.

El Lobo no muere simplemente porque el cuento busca proteger a las niñas de las ansiedades del parto. Caperucita Roja "renace" desde el vientre del Lobo (recordemos que en ese momento incluso lleva puestas las ropas de la abuela), y matarlo en ese instante sería dictaminar que la misma suerte puede aguardarle a cualquier mujer durante el parto.

El renacimiento de Caperucita Roja marca el momento de entrada en la adultez. Cuando llega a la cabaña de la abuela ella es apenas una joven que ha alcanzado la madurez sexual, precisamente el momento adecuado para ser "tentada" por el Lobo, y luego "devorada", es decir, luego de su primera experiencia sensual. Al emerger del vientre lobuno, Caperucita Roja lo hace en plena potestad de su femineidad, convirtiéndose en mujer adulta. Su inocencia (infancia) muere en el mismo momento en el que es devorada; algo que queda bastante claro con su comprensión posterior de las reglas que ha infringido.

¿Cuáles son estas reglas?

Básicamente la advertencia inicial que hace la madre de Caperucita Roja: no aventurarse sola en el bosque, que simboliza el peligro a encontrarse con la sexualidad salvaje, y "no romper la botella de leche", que representa el peligro de perder la virginidad.

Caperucita Roja promete obediencia, pero resuelve que es capaz de decidir por si misma el mejor camino a seguir. En definitiva, toma el "camino equivocado" a través del bosque, que la pone cara a cara con el Lobo, una representación de la sexualidad masculina salvaje, o sea, fuera de las regulaciones del matrimonio.

La prohibición de la madre de Caperucita Roja es sin dudas una prohibición moral, una advertencia sobre los peligros de iniciarse prematuramente en el placer.

La figura del Cazador no ofrece demasiadas dificultades para interpretarla. En la mentalidad de la Edad Media, solo una figura masculina, fuerte y decidida, era capaz de "rescatar" a la mujer de sus impulsos y deseos lujuriosos.

En cierta forma, la presencia del Cazador en la historia corrobora la idea medieval de que la mujer es naturalmente débil, y no solo eso, sino que sus inclinaciones son naturalmente corruptas y perversas. Solo el hombre (el Cazador) es capaz de llevarla nuevamente por el "buen camino".

Hablamos del Cazador como símbolo del hombre fuerte y decidido, pues existe otra figura masculina en el relato: el Lobo.

Para Bruno Bettelheim (1903-1990), erudito y psicólogo infantil, la jornada de Caperucita Roja representa los peligros de la sublimación del Padre. Según su hipótesis, la transgresión de Caperucita Roja de las reglas maternales es instigada por el deseo inconsciente de seducir a su padre (el Lobo).

Según este argumento, Caperucita Roja se aventura en un terreno para el que no está preparada, y la figura paterna aparece representada en dos facetas diferentes: el Lobo (los peligros del deseo edípico fuera de control) y el Cazador (el padre en su función protectora).

Naturalmente, ninguno de estos detalles aparece de forma explícita en el relato. Sin embargo, el encanto de los cuentos folklóricos tiene mucho que ver con ellos, y sobre todo con su persistencia a través de los siglos.

La psicología del Príncipe Azul.
-¿Por qué el Príncipe debe ser Azul?


A despecho de consideraciones cromáticas, el ideal del Príncipe Azul es menos antiguo de lo que se cree. Su versión original se encuentra en el Prince Charming (Príncipe encantador), un personaje habitual de los cuentos de hadas del siglo XVII en adelante.

El Príncipe Azul es, ante todo, el estereotipo del hombre al rescate de una mujer en apuros, también estereotipada hasta el absurdo; cuya tarea es liberarla de algún tipo de maldición o conjuro.

A pesar de que su presencia es vital para el Final Feliz de una historia, el Príncipe Azul conserva cierto espíritu anónimo, colectivo, por el cual su verdadero nombre aparece escasamente. Todos podemos recordar sus intervenciones heroicas en historias como Blancanieves, la Bella Durmiente y Cenicienta, pero pocos sabrán decirnos cuáles eran los nombres de aquellos Príncipes Azules.

La razón de este desconocimiento no se debe a una falla en la memoria sino a la naturaleza estructural del Príncipe Azul; por sobre todas las cosas, un ente anónimo.

Las características del Príncipe Azul son rápidamente reconocibles. Es apuesto, aunque su atractivo jamás es detallado con precisión. Es decir, nunca se nos ofrecen características físicas que lo destaquen de una u otra forma, sino valores morales y éticos que lo vuelven deseable por contraste con los desalmados caballeros que buscan los favores de la protagonista.

Podríamos decir que su atractivo radica en el contraste con los malvados, y también por su sangre real. En otras palabras, si se da a entender que alguien es un príncipe, cualquier otra cualidad que destaquemos será redundante.

Si este detalle resulta nefasto, hay otras características del Príncipe Azul que asombran por su fuerte desprecio por la autonomía de la mujer.

En definitiva, el Príncipe Azul de todos los cuentos tradicionales funciona como una "recompensa" de la mujer que se ha conservado casta y moralmente intachable. Nunca es un personaje activo, es decir, jamás opera directamente sobre el desarrollo de la trama, sino que primero aparece como muestra fugaz de las posibilidades del amor establecido, y luego como "premio" a la muchacha que ha logrado sortear una serie de inconvenientes más o menos enojosos; casi siempre, en franca competencia con otras mujeres.

Más adelante volveremos sobre este punto. Ahora repasemos un poco la historia del Príncipe Azul.

En 1697, Charles Perrault publicó su versión sobre la Bella Durmiente llamada La Belle au bois dormant, es decir, La bella durmiente del bosque. Aquí se produce la primera confusión acerca de la naturaleza del Príncipe Azul. En uno de los pasajes del cuento, Charles Perrault señala que el príncipe quedó "encantado con sus palabras" (charmé de ces paroles), refiriéndose a las palabras de la bella durmiente; no que él mismo era "encantador" (charmant). La confusión entre charmé y charmant se deslizó hacia las traducciones inglesas, y desde ahí adoptó el apodo de Prince Charming, un encantamiento que opera a la inversa en el cuento original.

Otra traducción asombrosa que acentuó la naturaleza "encantadora" del Príncipe Azul puede notarse con claridad en la versión portuguesa del cuento de Perrault, que a su vez se basa en una mala traducción inglesa y que finalmente, por pura casualidad, terminó recuperando la esencia del original. El error salvador ocurrió al traducir mal la palabra inglesa Charming por Encantado, cuando debiera ser Encantador. Este yerro sublime propició que el oficioso príncipe volviese a ser un personaje "encantado" por la protagonista, y no un "encantador" de damas en apuros.

Ya en el siglo XVIII la psicología del Príncipe Azul quedó más o menos definida. Madame d'Aulnoy acentuó sus formas a través de dos cuentos: Ricitos de oro (La Belle aux cheveux d'or), donde aparece bajo un epíteto general: Avenant; una palabra que antiguamente designaba algo agradable y hermoso, y que actualmente se asocia a la terminología bancaria, significando tanto "enmienda" como "póliza adicional"; un nombre ciertamente raro para un Príncipe Azul, posición real que de hecho no tiene en la historia. El segundo cuento paradigmático de Madame d'Aulnoy se llama El pájaro azul (L'oiseau bleu), donde el Príncipe Azul ahora es un rey, Le rou charmant, es decir, un Príncipe Encantador.

En 1890 sucedió un evento crucial para el desprestigio del Príncipe Azul como ideal masculino. Se trata de la novela de Oscar Wilde: El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray) donde irónicamente se llama al protagonista Prince Charming, dando a entender que más allá de lo evidente, es decir, de la belleza física y la posición social, puede esconderse un espíritu desalmado y cruel.

Siglos de lecturas infantiles, o, en palabras del profesor Lugano, de inseminaciones morales a través de la literatura infantil; han convertido al Príncipe Azul en un ideal masculino que no solo es inalcanzable, sino indeseable en términos prácticos.

Todas las mujeres occidentales conocen al Príncipe Azul, aunque todas pueden asignarle matices más o menos locales. Si interrogamos a una dama sobre qué es un Príncipe Azul acaso escuchemos muchas respuestas distintas, pero todas coincidirán en tres puntos inamovibles. A saber: el Príncipe Azul es fiel, su amor es incondicional, y para acceder a él se debe manifestar una ética y una moral análogas. Ninguna mujer indigna puede aspirar a su afecto.

Con cierta resignación mal disimulada escuchamos que muchas damas escépticas descreen de la existencia del Príncipe Azul, aunque no hay nada reprochable en ello. Se las ha adoctrinado para ver en él al futuro esposo ideal, alguien que siempre llega en tiempos difíciles para desplegar un amor eterno y leal que nunca se atenúa. Por eso es comprensible, aunque no deja de ser asombroso, que la máxima: el Príncipe Azul no existe, sea dicha con cierta resignación por las mujeres jóvenes, acaso con la oscura sensación de haber sido engañadas.
Blancanieves: la verdadera historia.


Blancanieves (Schneewittchen en alemán y Snow White en inglés) es un personaje que no necesita demasiadas introducciones. No obstante, la historia de Blancanieves que todos conocemos acaso nos reserve una o dos sorpresas que valen la pena mencionar. Para ello deberemos viajar al pasado y desde allí desandar el tortuoso camino de Blancanieves hasta sus formas actuales.

Durante mucho tiempo se creyó que el origen de Blancanieves se hallaba en la creación de Giambattista Basile, que el siglo XVI publicó su Pentamerón, El cuento de los cuentos, una antología de historias tradicionales en donde aparece el relato de Lisa, una niña de siete años que, tras un accidente con un peine mágico, entra en un estado inconsciente. Su familia la da por muerta y la entierran en un ataúd de cristal, lugar en donde la joven siguió creciendo hasta adquirir el cuerpo y las facciones de una mujer adulta.

Esta protohistoria de Blancanieves carece por completo de sus ingredientes más conocidos, como el espejo mágico, los siete enanos, la manzana envenenada, la reina malvada y el príncipe. Fue hasta muchos años después cuando se descubrió el verdadero origen de Blancanieves, un origen distinto al de otros cuentos populares ya que éste se basa en un personaje histórico.

En palabras de un entusiasta lector infantil, Blancanieves existió realmente.

Repasemos primero la historia de Blancanieves más conocida, y luego estudiaremos su verdadero origen.


Érase una vez una reina que, cosiendo, se pinchó el dedo y vio su sangre caer en la nieve. Entonces cuando deseó tener una hija con la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como la noche. Su deseó se cumplió en la silueta de Blancanieves. Pero la reina murió tras de dar a luz, y el rey se casó con una bruja maliciosa que tenía un espejo mágico.

La bruja-reina solía preguntarle a su espejo:

-Espejito, espejito, ¿quién es en la mujer más hermosa del reino?

Y el espejo respondía cacofónicamente:

-Tú, mi reina, eres la más hermosa de todas.

Pero cuando Blancanieves creció se volvió demasiado bella como para que el espejo la ignore. De modo que ante la pregunta habitual éste respondió:

-Blancanieves es la más hermosa.

La bruja-reina envió a un sicario para asesinar a Blancanieves en el bosque. Para asegurarse del éxito de la empresa le exigió que le trajera el corazón de la niña. El asesino circunstancial, de hecho, un cazador pobre, se arrepintió, y le llevó a la bruja el corazón de un ciervo, que fue cocinado por el chef real y devorado alegremente por la reina.

En su escape, Blancanieves descubre una casa que pertenecía a siete enanos. Tras algunas negociaciones y regateos, Blancanieves se compromete a cocinar y mantener el lugar en orden a cambio de que le permitan vivir allí. Los enanos acceden y ejecutan prodigiosas acrobacias como muestra de gnómica alegría.

La reina, por su lado, se entera a través del espejo que Blancanieves está viva. Intenta asesinarla tres veces. La primera, mediante una cinta mágica, la segunda, con un peine de extraordinario filo; y por último, mediante una manzana envenenada. La joven cae en un sueño profundo, similar a la muerte. Los enanos, ejecutando las mismas cabriolas pero esta vez como muestra de aflicción, confeccionan un ataúd de cristal para seguir contemplando a Blancanieves aún después de muerta.

Eventualmente, un príncipe llega a la región. Oye la historia de Blancanieves y decide visitar su ataúd. La joven es tan hermosa que el príncipe gestiona con los enanos que éstos le permitan besarla. Al hacerlo, se desprende el pedazo de manzana que se había atorado en la garganta de la muchacha; ésta despierta y accede a un repentino matrimonio. Nunca se nos aclara como un "beso delicado como el rocío" puede liberar una tráquea.

La bruja-reina asiste a la boda en una corte vecina, desconociendo que la novia es, en realidad, Blancanieves, pero el príncipe ya ha preparado un plan bestial. La bruja es calzada con un par de zapatos de hierro calentados al rojo vivo, y se la obliga a bailar hasta caer prolijamente muerta.

Hasta aquí, la versión tradicional de Blancanieves, tal como se la puede leer en cualquier rincón del mundo. Los que se hayan quedado con la versión cinematográfica de Disney sin dudas encontrarán inexplicables discrepancias.

Fue el historiador Karlheinz Bartels quien descubrió el verdadero origen del cuento de Blancanieves. La historia original puede rastrearse hasta las márgenes del río Meno, en Alemania, donde en 1729 nació Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal, la verdadera Blancanieves.

El padre de esta niña fue Philipp Christoph von Erthal, diplomático de Lohr. En 1741, tras la muerte de la madre de Maria Sophia, Philipp se casó Claudia Elisabeth Maria von Venningen, condesa imperial de Reichenstein. La "madrastra de Blancanieves", de carácter violento y autoritario, que aprovechó las ausencias diplomáticas de su marido para favorecer a los hijos de su primer matrimonio. La prueba central de que María Sophia es en realidad Blancanieves es el “Espejo Mágico”, o espejo parlante del cuento. El castillo de Lohr poseía un fastuoso espejo que hoy en día se halla en el museo de Spessart. Éste fue el regalo de bodas de Philipp a su segunda esposa, la bruja-reina del cuento. Su manufactura es tan delicada que el marco del espejo posee propiedades acústicas notables. Se dice si alguien habla cerca de él, por sus aberturas puede oirse un extraño eco que parece responder las preguntas que se le formulan.

Más aún, sobre el marco puede leerse una inscripción que parece reflejar perfectamente la vanidad de la "bruja": Amour Propre, literalmente, "amor propio".

¿Pero dónde se encuentran los siete enanos? -se preguntará el lector ávido de confirmaciones- En las estribaciones del Höhenweg, las Siete Montañas de Spessart, donde hoy en día se hallan los despojos de las minas de Bieber, en las que trabajaba un número considerable de niños envejecidos por la dura labor. El sarcófago de cristal también procede de allí, ya que en aquella región se manufacuraban majestuosos cofres funerarios traslúcidos.

El cronista oficial de la familia Erthal, M.B. Kittel, describe a Maria Sophia como una joven hermosa y llena de virtudes, “un ángel caritativo y bondadoso; activo contra la pobreza y la indigencia”. Toda la región la consideraba una especie de hada sobrenatural, y las crueldades de su madrastra quedaron doblemente expuestas a causa de la ceguera parcial de la muchacha, producto residual de la varicela.

Esta historia fue recogida por los hermanos Grimm, siempre atentos a las tragedias clásicas, y en 1812 la primera historia de Blancanieves y los siete enanitos fue arrojada sobre las imprentas europeas con algunas alteraciones que intentaban disimular el verdadero origen del cuento. El cine hizo el resto, haciendo prácticamente imposible hallar a la ciega María Sophia en el rostro lívido de Blancanieves.