Karma es una palabra
bastante utilizada en la cultura occidental. Sin embargo, el concepto detrás de
la palabra es raramente entendido. Generalmente se le da un sentido de castigo
cuando es solo un aprendizaje. No puedo pensar en un ser Superior que vaya
cobrando deudas a personas que son "amnésicas" de lo acontecido en
otra vida. Y claramente esto va de la mano con la idea de reencarnación.
En el budismo
encuentro coherencia entre mi visión del karma y cómo ellos lo definen dicen
que, todos podemos generar karma con pensamiento, palabra o acción. Es una ley
natural que no necesita de un ser superior o de la intervención divina para
imponerla. En este sentido, el karma no es un castigo, ni puede interferir con
nuestra próxima vida. Cada individuo tiene el poder y la responsabilidad de
moldear su vida presente o futura de acuerdo a sus acciones, y puede cambiar el
proceso kármico en cualquier momento. El Budismo pone mayor énfasis en la
intención de la acción que en la acción misma.
La ley del karma dice
que para cada acción, existe una consecuencia; para cada causa, hay un efecto;
todo lo que se envía al Universo, regresa a nosotros tarde o temprano. El karma
de una persona – o un colectivo - se puede manifestar durante un ciclo de la
rueda de la vida o samsara, o durante el siguiente – durante esta vida, o la
próxima como es una tarea se debe hacer. Yo pienso de verdad que es solo en
esta vida, se van moviendo las energías y eso produce una respuesta inmediata.
En el proceso de
nacer una y otra vez, en situaciones diferentes cada vez, se nos otorga la
oportunidad de superar y aprender lecciones y la manera en que asumimos estos
retos, define nuestro karma para nuestro presente y futuro. Entre mejores sean
nuestras acciones, más podemos avanzar en la rueda de la vida. A medida que
avanzamos, vamos limpiando o quemando el karma y alcanzando la iluminación – el
momento en que nos elevamos por encima del plano físico y ya no hay necesidad
de reencarnar en la tierra. Este proceso puede ser en muchísimas vidas o en
algunas vidas que igual no son pocas.
Debemos tener en
cuenta que en este plano físico, que llega hasta la cuarta dimensión (ya
hablaremos de las dimensiones en otra nota), existen diferentes tipos de leyes
que debemos cumplir, tribunales y jueces que se encargan de velar porque se
cumplan las leyes y castigar al que las viole, también encontramos en la quinta
dimensión de la naturaleza, en la constelación de libra, El Tribunal de la
Justicia divina dicen algunos, encargado de administrar el karma y el dharma a
la humanidad, e indicarnos a través de los mensajeros divinos, la línea de
conducta que debemos observar para equilibrar nuestra balanza interior, así
como los requisitos que debemos cumplir para alcanzar la realización o
perfección, que es la razón fundamental por la cual nos encontramos en el
planeta tierra.
La Ley del Karma es
aquella ley que ajusta sabia e inteligentemente
el efecto a su causa. EL karma es una ley de compensación y no de
venganza. Cuando la Ley Cósmica le va a cobrar a alguna persona un karma,
primero la somete a un juicio interno. Si tiene dharma, es decir, si ha hecho
buenas obras, no sufre ningún
padecimiento, pero si no tiene capital cósmico, paga. La Ley cobra a cada quien
según sus faltas, para mí en el aquí y el ahora, y tiene el individuo que tomar
consciencia de sus errores.
A la Justicia Cósmica
podemos compararla con un gran banco.
El Dharma
Darma o dharma es una
palabra en sánscrito que quiere decir “proteger” o “guardar”. En el Budismo, es
generalmente usada para señalar las enseñanzas del Buda y el camino acertado
para llegar a la iluminación. En Hinduismo, dharma es interpretado como una
buena acción, virtud o deber superior.
En general, dharma es
todo aquello que guarda o protege el bienestar individual y colectivo y es el
camino al Nirvana o cielo.
Tanto en el Hinduismo
como en el Budismo, dharma está asociado con el concepto de karma – la ley de
causa y efecto.
Para lograr un ‘buen
karma’ es necesario vivir de acuerdo al dharma, es decir, actuando
correctamente y siguiendo las enseñanzas espirituales más elevadas. Toda acción
que beneficie al individuo, a quienes lo rodean y a la humanidad en general, es
considerado dharma y generará buen karma.
El dharma tiene el
poder de balancear y borrar el mal karma acumulado, y en ese sentido afecta
nuestro futuro inmediato al igual que próximas vidas.
Para acumular buen karma,
el individuo debe seguir el camino del dharma que implica virtudes como pureza,
compasión, honestidad o verdad y austeridad. Una vida que vaya en contra de
estos preceptos, se considera adharmica. El adharma se basa principalmente en
tres vicios – el orgullo, promiscuidad o violencia física e intoxicación.
En Hinduismo, el
Manusmriti (las leyes de Manu) dicen que existen 10 reglas para cultivar
dharma. Estas son el perdón, la paciencia, el control del cuerpo y la mente, la
honestidad, la santidad, la lógica, el control de los sentidos, la verdad, el
conocimiento y la ausencia de rabia.
Al final, la
experiencia de ser humano implica tener la libre opción de actuar de acuerdo a
nuestras virtudes o defectos. Es esta decisión la que generará buen o mal karma
en nuestras vidas y nos ayudará a avanzar en el camino espiritual hacia la
iluminación o a quedarnos estancados en existencias humanas una y otra vez,
hasta que superemos la prueba.
En la ley kármica
nada está ya determinado y en cualquier momento, por mucho mal karma que
tengamos acumulado de esta y otras vidas, podemos balancear la cuenta obrando
de acuerdo al dharma. El poder está en nuestras manos y a cada momento forjamos
el presente y futuro con nuestros pensamientos y acciones.
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